Algunas veces las historias de los libros me han provocado una tristeza enorme.
Y me han hecho llorar.
Esta entrada me vino a la mente cuando terminé de leer La nieta del señor Linh; y es que no huyo de los libros que son “de pena”, como muchas veces he oído decir -Ay no, si es triste no, que yo ya tengo bastante- porque, sea o no sea una historia triste, me parece que si te conmueve de alguna manera es porque la lectura te ha aportado algo.
Y es que a veces he sido personajes cuyo destino es injusto, porque hay situaciones que no puedo soportar y se me cae el mundo al suelo. Cuando terminé Love story, un rato después de empezarlo, me puse a llorar. Aún no me explico que la primera frase, ¿Qué se puede decir de una muchacha de veinticinco años que murió?, no me preparara para el final. Y ya no sé si es que fue una lectura de la adolescencia, época en la que los sentimientos están a flor de piel; que soy demasiado impresionable, independientemente de la época y de mi edad; o que es tan triste que lo más normal es que cualquiera se desahogue llorando. No lo he releído; ¿y si ya no me conmueve? ¿y si sólo fue en aquel momento?
Con Ayla, la protagonista de Los hijos de la Tierra, me identifiqué enseguida. Incluso estuve realmente interesada por las propiedades de los vegetales que ella utilizaba a lo largo y ancho de libro (de los libros), probé unas cuantas infusiones que antes no conocía, deseaba ser ella. En El clan del oso cavernario, cuando pierde a todos los que la habían amado y finalmente es expulsada del grupo, se me partió el corazón. El único consuelo que me quedaba era dar comienzo inmediato a El valle de los caballos. No sé lo que habría pasado si la historia no continuara; ¿sería posible vivir sabiéndola sola, miles de años atrás, en aquel mundo inhóspito? ¿La creería capaz de sobrevivir o mi pesimismo la hubiera convertido en un ser débil? Necesitaba una continuación.
Para finalizar este repaso a mis libros más tristes (que no mis tristes libros) os hablo no de uno, sino de una parte de él. La edición que tengo de El señor de los anillos es del Círculo de lectores, las tres partes en un tomo; y al final hay un apéndice que dice así:
Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen extraído de los Anales de los Reyes y Gobernadores.
En la lectura no recuerdo que se hiciera especial hincapié en esta historia de amor, como ocurre en la película, y es en este apéndice de tan sólo 5 páginas donde conocemos el terrible destino que le esperaba a la mujer elfa.
Aún no he entendido muy bien cómo es que puede una ponerse a llorar o a reír a carcajadas ante una historia, más teniendo en cuenta que es ficción, pero a mí me ocurre y me lo tomo como una parte más de la lectura: las emociones que de ella nos emanan.